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jueves, 9 de abril de 2009

Marlon: Un niño que sabe querer, y amar la esperanza


Vigilia realizada por el Colegio de Pedagogos Independientes de Cuba, por la liberación incondicional de los Presos Políticos, en la Biblioteca Independiente “ Félix Varela", en la Ciudad de la Habana , en la cual se observa en la derecha al niño Marlon de Miranda Roy, junto a su abuela la Dama de Blanco Soledad Rivas Verdecía.


La Habana, 8 de abril.- La fecha del 14 de diciembre de 2006, marcó para siempre a Marlon de Miranda Roy, un niño cubano de 11 años de edad. Ese día, el pequeño junto a sus padres, se marchó de Cuba, al exilio en los Estados Unidos de América.

Su partida dejó una profunda huella en sus abuelos paternos, Soledad Rivas Verdecía y Roberto de Miranda Hernández, en los amiguitos del barrio, con los cuales acostumbraba a jugar el beisbol, su deporte preferido. En la casa donde creció, situada en las calles Campanario No. 354 entre San Rafael y San Miguel, municipio Centro Habana, el tema obligado de las conversaciones era la defensa de los derechos humanos del pueblo cubano.

Fue testigo ocular del minucioso allanamiento practicado durante 11 horas por el Departamento de Seguridad del Estado en la vivienda donde residía, el 18 de marzo de 2003. Su abuelo Roberto, fue detenido y conducido a Villa Marista, cuartel general de operaciones de la Policía Política Cubana.

En el allanamiento realizado en la sede del Colegio de Pedagogos Independientes de Cuba (CPIC), lugar donde además funciona la Biblioteca Independiente “ Félix Varela “, los agentes de la Seguridad del Estado ocuparon entre otras cosas , los dibujos de un concurso de pintura para niños y jóvenes, en el que Marlon había pintado una bandera cubana.

El infante sufrió la represión castrista, los continuos allanamientos policiacos, y las sistemáticas detenciones temporales, y posteriormente el encarcelamiento del abuelo, con una sentencia de 20 años de cárcel. Con razón, los nombres de Fidel Castro y Seguridad del Estado le traen malos recuerdos. En las visitas realizadas a Villa Marista, así como en las prisiones de Aguica, y el Combinado del Este, donde su abuelo estuvo confinado, le dio aliento. Cuentan que Marlon acudió a visitar a Roberto, en la sala de penados del Hospital Salvador Allende, el 30 de marzo de 2003, en compañía de su abuela Soledad. La Seguridad del Estado prohibió la visita, llorando Marlon, se paró frente al oficial y le manifestó: “¿No dicen que los niños nacen para ser felices?, pues hasta que Fidel Castro no le de la libertad a mi abuelo, yo no voy a hacer un hombre feliz“.

Marlon participó en las vigilias realizadas por el CPIC, por la liberación incondicional de los presos políticos y de conciencia en la isla. Acompañó a las Damas de Blanco, madres, esposas, tías y otros familiares de los 75 disidentes enviados a prisión en la Primavera del 2003 , los domingos a la Iglesia Católica de Santa Rita de Casia , y marchó por la céntrica Quinta Avenida, de la barriada de Miramar, en el municipio Playa, para llamar la atención de los encarcelados.

La fecha del 24 de junio de 2004, fue la más feliz de su vida. Ese día había acabado de levantarse cuando en la casa hicieron acto de presencia oficiales de la Seguridad del Estado. El niño que ya los conocía , asustado les preguntó: ¿Qué le hicieron a mi abuelo? En ese instante hizo su entrada al lugar Roberto de Miranda, quien había sido puesto en libertad mediante una licencia extra penal por sus padecimientos de salud. Sorprendidos nieto y abuelo derramaron lágrimas de felicidad.

El día que se fue para los Estados Unidos, fue el más triste de sus años de vida. En la ciudad de Miami, cursa estudios en una escuela bilingüe, siente pasión por el beisbol, en el equipo infantil de la Estrella de Hialeah, juega todas las bases. Marlon, no olvida nunca a su patria, abuelos y amiguitos. Viene al caso lo expresado por el Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, en el primer número de la Edad de Oro: …” Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros…”. En Cuba y ahora en tierras de libertad, a pesar de su corta edad, Marlon ha sabido honrar con letras mayúsculas el saber querer y amar la esperanza.

Reportó desde La Habana, el periodista Carlos Serpa Maceira

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