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jueves, 11 de noviembre de 2010

Cubana envía carta a Benedicto XVI


Barcelona/ Mambí en A/ Excelente carta, explícita y desgarradora, abarcadora y acuciante, dirigida a Benedicto XVI y escrita por María Elena Morejón, cubana que realza en sus compatriotas, el orgullo de ser cubano.







Hannover, 07 Noviembre 2010

A Su Santidad Benedicto XVI:

Apoyados en el espíritu de la tradición cristiana recurrimos a Usted recordando que el Concilio Menor de Sardlca autoriza a cualquier cristiano a apelar directamente al Papa, esperando que nos sea reconocidos y oídos.

Como muchísimos cubanos víctimas de la brutal dictadura que por más de cincuenta (50) años ha mantenido a mi pueblo en una situación de degradación humana sin límites, en especial, como parte del pueblo de Dios y del rebaño católico cubano, he visto con dolor y frustración la indigna actitud con la que la Iglesia Católica ha venido arropando a los responsables de tanto dolor causado a mi tierra.

Desde los propios comienzos de la dictadura castrista y con ella los fusilamientos masivos, los campos de concentración para “inadaptados", entiéndase por ello, entre otros, homosexuales y religiosos, algunos como el propio, hoy Cardenal Jaime Ortega y Alamino y Monseñor Alfredo Víctor Petit Vergel, por solo mencionar un par, la expulsión masiva de sacerdotes y religiosas de la isla y con ello el proceso de ateización de los cubanos y hasta la llamada “Crisis de los misiles" de 1962, cuando el dictador Fidel Castro puso al mundo al borde de una desastrosa guerra nuclear sin precedentes, la Iglesia Católica ha mantenido un silencioso y cobarde silencio que para nada ha ayudado al enriquecimiento espiritual de nuestro pueblo, argumentando siempre la necesidad de esta postura para "al menos mantener su presencia en la isla".

Si frustrante y cómplice con la dictadura ha sido la actuación de la jerarquía católica cubana, no se ha quedado rezagada en esta estrategia la Curia Vaticana.

Permítame Su Santidad para solo recordarle algunas actuaciones puntuales que pudieran justificar lo que aquí le he expresado:

Recién comenzada la revolución, Monseñor Cesare Zacchi, embajador del Vaticano en la isla, estrenó su servicio, declarando que: “Cuba era pagana antes de la Revolución y creyente con el comunismo" y añadiendo a esta ignominia la referencia a Castro como "un hombre con profundos valores cristianos".

En fecha como 1974, Monseñor Agostino Casaroli, Secretario de la Santa Sede para la fecha, expresó sin pudor que “los cubanos eran felices”.

En su visita reciente a La Habana, el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de la Santa Sede actualmente, no se limitó a herir profundamente a los cubanos de la isla y el destierro, al afirmar de manera chocante que “Cuba es la prueba de que el diálogo, si es sincero, siempre da frutos”, sino que volvió a abrir viejas heridas a ese pueblo al exaltar las palabras de Monsenor Zacchi, célebre en Cuba por su colaboracionismo con la dictadura.

Bien sabe el mundo y en especial Su Santidad, que las dictaduras no dialogan con nadie y la de los Castro no es diferente.

Voy a permitirme mencionarle un caso personal. En 2003 me vi obligada a realizar múltiples gestiones para la reunificación con mi pequeño hijo de apenas 5 años y a quien la dictadura de los Castro mantuvo por más de dos (2) años como rehén político. En esa situación si por un lado puedo agradecerle inmensamente a la Iglesia Católica, en específico al Vaticano y muy en especial al Arzobispo Francisco Javier Lozano, Nuncio Apostólico, sus gestiones e influencias en el caso ante la dictadura, por otro lado debo hoy hacer público que en esos duros momentos de madre desesperada en los que me encontraba sola en Roma en busca de esa ayuda de la Santa Sede quien único se negó a tenderme la mano fue el entonces, estudiante de doctorado, Sacerdote cubano, Rolando Cabrera García, quien ante el apoyo que se le solicitaba para al menos buscar un lugar donde dormir le dijo al sacerdote que en ese momento me ayudaba en mi lugar de residencia:-“Esa mujer está loca, lo siento pero no puedo hacer nada por ella”. Claro su Santidad, yo estaba loca de amor por mi hijo a quien la dictadura me estaba arrancando y estaba dispuesta a todo por rescatarlo de tanta maldad.

Gracias a Dios otras buenas personas me tendieron la mano y yo llegué al Vaticano, pero mi Iglesia, la Iglesia cubana, esa, como siempre, solo pudo darme la espalda.

Son solo algunos ejemplos, unos pocos, pero basten ellos para exponer el motivo de mi misiva a usted.

Recientemente un grupo importante de opositores cubanos, dignas personas que han sufrido el rigor de las cárceles de la dictadura, la mayoría, tan católicos como otros, le han enviado una carta, que espero haya recibido, que suscitó una respuesta inmediata de la jerarquía eclesiástica cubana, atípica reacción para una institución que se ha caracterizado por guardar estricto silencio ante los acontecimientos en la isla, incluidos entre ellos la "Masacre del remolcador 13 de Marzo", hecho donde perdieron la vida 37 personas, 10 de ellos niños. Igual silencio guardó nuestra Iglesia ante el derribo de dos avionetas de la organización "Hermanos al Rescate", donde perdieron la vida cuatro (4) jóvenes que solo perseguían la misión de ayudar a los cientos de miles de cubanos que por décadas han desaparecido en el mar y de los cuales tampoco hemos escuchado una palabra de esta Iglesia, condenando tan monstruoso genocidio de la población cubana.

En su misiva, este valiente grupo de cubanos, a los que según sabemos se le unirán muchos más en su reclamo, expresaba, con todo el derecho que les asiste, en primer lugar, su inconformidad con la posición asumida por la Iglesia en su mediación por los presos políticos, la que calificó de “lamentable y bochornosa”. Le reclamaban a Su Santidad la falta de una correcta mediación donde debían haber tenido participación todas las partes, como indicio del respeto que, quienes han tenido el valor de enfrentar la dictadura se merecen, y le alertan a usted y a la Iglesia Católica del peligro de esta insana actuación de cara al futuro.

Como católica cubana, exiliada política en Alemania y Presidenta de la Asociación Movimiento Popular Cubano-Alemania, me permito remitirle, en nombre de nuestra asociación, esta carta en la que además de las acotaciones de mis hermanos de la isla, queremos hacerle llegar con extremo dolor, pero a la vez con la firme esperanza de que la Iglesia Católica en la figura de Su Santidad, se hagan eco del dolor de los familiares de estos cubanos y denuncien ante el mundo esta tragedia de la que le hacemos partícipe.

EI pasado mes de Enero (2010), en plena ola de frío en la capital cubana, veintiséis (26) pacientes enfermos mentales, segmento más desprotegido de la sociedad, fallecieron literalmente de HAMBRE y FRIO en el Hospital Psiquiátrico de La Habana (conocido por Mazorra).

Las imágenes que le envío a Su Santidad son solo comparables con las archiconocidas de los campos de concentración hitlerianos. Estas pobres criaturas de Dios además de ser portadores de una malnutrición que horroriza, fueron visiblemente maltratadas.

La dictadura cubana y la complicidad del poder mediático mundial, han tendido un manto de silencio sobre este espeluznante caso que, de haber tenido lugar en cualquier otro lugar del mundo habría levantado un gran escándalo mediático y provocado las palabras de consternación del Vaticano y en especial de su persona.

Su Excelencia, los cubanos esperamos las palabras de su Iglesia, esperamos una misa gigante por estas personas y por los más de 150 000 desaparecidos en el mar intentando escapar del atropello de la dictadura, de la maldad, del hambre.

Esperamos, como mínimo, esa misa olvidada a los más de 19,000 cubanos fusilados por los Castro desde el comienzo de esa cruzada en que vivimos desde hace ya cincuenta (50) años. Permítame recordarle entre ellos algunos nombres: Abilio Abreu, Lorenzo Puig, Humberto Sorí Marín, Julio Tang, Eddy Alvarez, y voy más allá y le nombro a los tres jóvenes negros fusilados en 2003 por solo intentar huir de la isla: Lorenzo Copello Castillo, Bárbaro Sevilla y Jorge Luís Martínez. Sus familiares y en especial sus madres, están aún sumidas en el dolor de esas pérdidas.

Esperamos al menos, su pronunciamiento por el encarcelamiento ya por más de siete (7) años del Dr. Oscar Elías Biscet, llevado a las mazmorras castristas por su lucha incansable contra el aborto y la defensa de los derechos humanos.

Esperamos, su Santidad, una palabra de alivio para el recién excarcelado opositor cubano Ariel Sigler Amaya, torturado y llevado a la misma desnutrición extrema que el mundo repudia cuando vemos las desgarradoras imágenes de los campos de concentración del nazismo.

Por último, me permito terminar esta carta con una referencia a las palabras del Santo Papa Juan Pablo II, en su homilía de 22 de Enero de 1998 en Sta. Clara, con motivo de su visita a Cuba y la contraposición a ellas por la jerarquía eclesiástica cubana en su mediación por los presos políticos cubanos.

EI Santo Padre en su momento refiriéndose a la familia, la educación y la emigración de los cubanos nos decía: “Éstas, junto con ciertas medidas laborales o de otros géneros, han provocado un problema que se arrastra en Cuba desde hace varios años: la separación forzosa de las familias dentro del país y la emigración que ha desgarrado a familias enteras y ha sembrado el dolor en una parte considerable de la población. Todo esto deja huellas profundas y negativas en la juventud que está llamada a encarnar los valores morales auténticos para la consolidación de una sociedad mejor”.

Lastimosamente y contrario a lo expresado por el Papa Juan Pablo II, en ese momento la Jerarquía de la Iglesia Católica cubana ha acordado con la dictadura castrista el destierro de una parte de los mejores hijos de la Patria, a cambio de la libertad que jamás les debió ser negada; y hoy, para más bochorno aún, el Cardenal Jaime Ortega y el Consejo Arquidiocesano de La Habana han arremetido injustamente contra esos opositores y el sufrido exilio cubano, acusándoles de “querer derrotar solamente a la dictadura de los Castro”. Eso, su Santidad, aún esperamos la misma fuerza en la crítica a los crímenes de la dictadura por ambos, por el Cardenal Jaime Ortega y el Consejo Arquidiocesano.

iQué distancia entre esta Iglesia y la Venezolana! ¿O es que ambas Iglesias profesan la religión bajo diferentes cánones?

¿Qué puede esperar el pueblo católico de sus pastores, Su Santidad?

Manteniendo nuestra fe en que la justicia cubra el alma de nuestro pueblo y rogando su atención a la misiva, queda de usted en Dios y rogando por su salud y claridad,

Maria Elena Morejón Rodríguez - Movimiento Popular Cubano – Alemania.

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