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martes, 8 de enero de 2013

El dolor de una sonrisa



Por José Alberto Álvarez Bravo.

El destino de Luis Alberto Sigas Núñez estuvo marcado desde que su padre, mucho antes del momento de la concepción, decidió abandonar las filas de la Policía Nacional Revolucionaria, en la que se había desempeñado en el Departamento de Patrullas.

El 15 de enero de 2010, cuando ya Luisito tenía nueve semanas en el claustro materno, otro giro brusco de la rueda de la fortuna lo convirtió en huérfano de padre: Alberto Sigas Hechavarría salió de casa para no regresar nunca más. Sus actos lo habían condenado sin remedio, pues no solo dejó las filas del oficialismo, sino que se integró al Movimiento Opositores por una Nueva República, y colaboró con el Partido Republicano de Cuba, en el Municipio Regla, apostasía que el carácter vengativo de la tiranía castrista no le perdonaría nunca.

Casi de inmediato la policía política lo puso en la mira. Según cuenta su esposa, Carmen Núñez Armentos (en la foto), en noviembre de 2009 comenzó el asedio contra Alberto Sigas; citaciones, visitas, amenazas de desaparición. Menciona concretamente a un represor supuestamente nombrado Yoan, conocido en la sociedad civil como “mochilita”, quien le dijo textualmente: “si no te quitas de eso te vamos a pasar por arriba como un tren”; “te vamos a desaparecer”.

El 15 de enero de 2010 Alberto dejó su casa con la promesa de regresar en breve, dirigiéndose al domicilio de su madre, Elia Hechavarría Dulcet, en el Reparto Abel Santamaría, aledaño al Wajay, en el Municipio Boyeros. Refiere la señora que su hijo salió junto a sujeto nombrado Dalver, “el herrero”, de quien se dice que “trabaja para el aparato” (policía política). A partir de ese momento, Carlos Alberto y Luis Alberto Sigas Núñez conocieron lo que significa la palabra huérfano.

Luisito nació enfermizo. Es un niño triste. Nunca le he visto la sonrisa diáfana que se corresponde con su edad. Pero el día 5 de enero de 2013 su sonrisa resplandeció como un sol. El esfuerzo de muchos buenos cubanos, dentro y fuera de la isla, cristalizó en una fiesta por el tradicional Día de Reyes, en la sede de las Damas de Blanco, en la calle Neptuno, en Centro Habana. La radiante sonrisa de Luisito al estrenar su juguetico me causó dolor. Y compartí las lágrimas con Elia, quien está demandando al gobernante Raúl Castro la investigación del caso de su hijo. Como Secretario de la Asociación de Familiares de Cubanos Desaparecidos (AFACUDE), y como cubano, me sumo a la demanda de Elia, y pido a todos los cubanos que sumen su voz a tan justa aspiración. En change.org hay esta demanda, y quienes puedan desde el exilio dirigirse a Amnistía Internacional y otras instituciones, les pido que lo hagan también, para que la sonrisa de estos niños nos duela menos.

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