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miércoles, 1 de marzo de 2017

Cada día el régimen se respeta menos #Cuba

Por Martha Beatríz Roque Cabello.

Foto: Oficial Rances de la Seguridad del Estado de Cuba.

Barcelona/ Mambí en A/ Esta es la historia de una adolescente de 16 años de edad a la que la Seguridad del Estado quiere hacer pagar la decisión de su papá de ser opositor. Ella se llama, Milianys Figueroa Pelier, y reside en la calle 5ta No 12005 entre 2da y 100 Reparto la Fortuna, municipio Boyeros, La Habana, Cuba. Su papá es el comunicador Agustín Figueroa Galindo.

Milianys estudia 2do año de técnico medio en Construcción Civil, en el Instituto Politécnico José Martí ubicado en la Avenida Boyeros.

Ella se encontraba el 27 de febrero en un receso y el director de la escuela nombrado Jorge Luis Lombillo Bocalandro, le pidió que fuera a su oficina para que lo ayudara a hacer un trabajo; ella bajó las escaleras y cuando entró a la dirección se encontró que estaban dos oficiales de la Seguridad del Estado que se hacen nombrar Ransel y Maicol. Le dijeron que se sentara y Ransel tomó la palabra, explicándole a la muchachita que lo que querían era ayudarla, no meterle miedo, para que aconsejara a su papá y le dijera que dejara la bobería que estaba haciendo.

Plantea Milianys que se puso muy nerviosa y le contestó que su papá tenía su forma de pensar y ella se la respetaba; a lo que ellos contestaron que eso le podía perjudicar su carrera y que conseguiría que la botaran de la escuela, aunque ya estuviera en 2do año.

Entonces el Director tomó la palabra y le dijo que ella era una alumna muy buena y que no la podían botar de la escuela por gusto; no pudo decir más porque Maicol lo mandó a callar; y acto seguido le dijo que le advirtiera a su papá que dejara de publicar los escritos y que no le hiciera más caso a Martha (refiriéndose a mi persona) que todo lo que ellos estaban haciendo era por su bien y para que sus padres dejaran esa locura. Y le repitió que, si su papá seguía en eso, ahí sí la botarían de la escuela.

Foto: Maicol, agente de la Seguridad del Estado de Cuba.

El Director se levantó y dijo que si la botaban a ella, él también se iba, y Maicol lo mandó a sentar y le espetó que le iba a bajar el cargo, y que no hablara más, que ellos sabían lo que él hacía por atrás.

Después se viró para Milianys y le dijo que confiaban en ella y que ya se podía ir.

Cualquier suceso futuro con un alumno el Director que le mintió a la niña para que fuera hasta su oficina, no tendrá moral para enfrentarlo e incluso algunos padres estarán inquietos, porque esa menor estaba bajo su responsabilidad y él permitió que la policía política la interrogara sin la presencia de sus padres.

Peor aún es el estado de humillación que sufrió por parte de los dos oficiales, que lo mandaron a callar, lo obligaron a sentarse e incluso lo amenazaron delante de la alumna y el pedagogo obedeció sin chistar, en sus propios predios, consciente de que sus interlocutores tienen todo el poder para consumar la intimidación.

No hay dudas que los que se suponen sean los que hagan cumplir la Ley, son los primeros que la violan. Pero también esta situación y otras semejantes que conocemos que han sucedido, reflejan el grado de desesperación que tiene la dictadura, que es capaz de hostigar a un menor de edad en su lugar de estudios, como uno de los recursos para mantenerse en el poder.

La conclusión la puede sacar cada lector por sí mismo. Por nuestra parte, los comunicadores nos sentimos halagados de que el régimen trate de silenciar las noticias que hacemos, lo que implica que lo que escribimos es la verdad y que estamos en el camino correcto.

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