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domingo, 14 de junio de 2009

Los rehenes. Moneda de cambio de los terroristas


La noticia de que habían liberado a Hilda Molina para que pudiese viajar a la Argentina, ha corrido por internet con el sensacionalismo que le merece. El levantamiento de la injusta prohibición de que una abuela no conozca a sus nietos como castigo emitido por unos monarcastros, es lo que convierte al pueblo cubano en rehén de una Dinastía, que castiga con la prohibición de salir de sus fronteras a todos aquellos que se niegan a rendirle pleitesía.

Tal vez, han querido agradecer a la opinión pública internacional, y organizaciones como la OEA, ONU, Comisión Europea, etc., el haber claudicado ante la posición firme de una Dinastía que se erigió en el siglo XIX, y se consolida en el XXI, gracias a la inoperancia e ineficacia del falsamente llamado mundo democrático.

La Dinastía de los Castro no tiene absolutamente ninguna prisa. Como un experto maestro en ajedrez mueven sus fichas en una estrategia consabida a través de medio siglo, pero que no encubre la macabra cara de los procedimientos que caracterizan a los más viles grupos terroristas.

Aún quedan aproximadamente once millones de "rehenes" que pueden irse cambiando por logros internacionales, inclusive, si la crisis financiera internacional perdurase en el tiempo, no nos asombraría que cambiasen "rehenes" por dinero, aunque de hecho ya ha sucedido sin que la prensa internacional, o mejor dicho, los nuevos periodistas de hoy día, que no tienen olfato periodístico, y se mueven por corrientes de información manipulada, no expresasen de que la Comisión Europea concedió un préstamo multimillonario a la Dinastía Castrista, coincidiendo con el destierro de tres presos políticos del grupo de los setenta y cinco.

La historia recogerá en sus páginas más oscuras, no solo la vileza del terrorismo, sino los pasajes de la falsa democracia.

Recientemente nos emocionábamos ante la celebración de un aniversario más del "Desembarco de Normandía", lo que pudiésemos hoy denominar, como "Ejemplo Universal de Democracia", y donde debieran examinar su conciencia, todas las naciones y organizaciones que integran hoy el actual llamado Mundo Democrático.

No me queda más que expresar mi alegría y solidaridad para con Hilda Molina, ante la agradable noticia de que podrá al fin conocer a sus nietos, embargado de la tristeza de observar la decadencia y capitulación del mundo democrático, ante el proceder de terroristas como la Dinastía de los Castro.

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