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martes, 28 de julio de 2009

En pos de un abrazo


Jose Alberto Alvarez Bravo.

Isabel Rubio y Adela Azcuy enaltecen la historia vueltabajera. Willi Chirino, Polo Montañés y Dagoberto Valdés son nombres que prestigian tan bella región. Devienen en figuras emblemáticas de la cubanidad.

En el bregar contestatario, muchos hombros pinareños se arriman hoy al carro de combate de la resistencia pacífica, para orgullo de la nación toda.

Un espíritu de sacro recogimiento y hondo respeto nos embarga a muchos, en la isla y en la diáspora, al evocar la resistencia que oponen nuestros hermanos de Vuelta Abajo –y del resto del "interior"- sabedores de que allí la represión suele ser más descarnada.

El periodismo independiente cubano tiene en Rafael Ferro a uno de sus mejores exponentes, pero la aprobación con que he leído siempre su trabajo se ha visto quebrantada por un texto suyo titulado ¿Diálogo nacional?

Confieso haberme sentido consternado al leer su reseña. He creído percibir los efluvios emanados de la porción más pútrida de Lagunas de Varona. He sentido, como en sordina, el retumbar de los disparos contra la tropa de Maceo en La Palma, y me ha vuelto a sangrar un atávico por qué.

Gracias a nuestro respetado compatriota, hemos sabido de las opiniones poco edificantes vertidas en la reunión efectuada en la sede de la Fundación Melinda Gates, en la que participaron varias organizaciones alternativas.

Las palabras de la valerosa representante de la FLAMUR, Dayami Piñera, me han causado dolor físico. "Es hora de cambiar las reglas de juego", nos dice. ¿Qué reglas, y qué juego?, quisiera preguntar.

Las "reglas", en el desigual enfrentamiento entre el régimen y la disidencia, no las dictan, impositivamente, los "dirigentes" desde La Habana. Las reglas fijas, autoritarias, con rancio sabor a ucase, sólo pueden dimanar de figuras autocráticas, investidas de autoridad espuria y autoconferida, y no me parece que sea el caso de quienes han alcanzado una nombradía a resultas de una existencia constreñida por el sacrificio, -personal y familiar-, la dedicación, la constancia. Las iniciativas surgen, y son apoyadas cuando las consideramos viables, en cualquier rincón de nuestra tierra, por agreste que sea.

Tampoco me parece acertado considerar un juego éste vía crucis, que ha costado a nuestra nación inenarrables dolores.

Placetas, Tunas, Santiago o Pinar, no son ajenos a las preocupaciones y dolores de quienes residimos en la capital, circunstancia de la que no podemos sentirnos culpables. Con los hermanos que viven y luchan en provincias, palpitan a una nuestros corazones de cubanos todos.

Mucho me preocupa el aparente desdén con que la querida hermana Dayami Piñera se refiere a esta quizás soñadora iniciativa, como "una especie de Diálogo nacional". Desvalorizar las iniciativas de la sociedad civil, aun cuando pudieran resultar pueriles, debe ser tarea de los sicarios del régimen, nunca de los genuinos opositores.

Se que me va a entender, porque le hablo con amor, y porque mis palabras no son una mordaz impugnación a su derecho a opinar, sino sólo un fraterno llamado a la reflexión serena cuando de abordar el difícil arte de la política se trate.

De las casi insalvables dificultades para promover y ejecutar el trabajo de la resistencia a nivel nacional, los disidentes que residimos en la ciudad capital no somos responsables.

Tanto, estos hermanos pinareños reunidos en la Fundación Melinda Gates, como cualquier otro cubano de la isla o la diáspora, tienen todo el derecho a no coincidir con mis opiniones, pero sí quisiera pedir comprensión en cuanto al propósito de mis palabras. Abogo abiertamente por la concordia entre nosotros, por evitar el regionalismo que tanto daño ha causado –y parece querer seguir causando- a todo lo largo de nuestra historia nacional.

En momentos en que el espíritu de reconciliación está germinando en nuestro hogar nacional, -y en el que soñamos ver insertarse a los propios estamentos gobernantes-, estos aldeanismos debieran ser el ejemplo de lo que no podemos permitirnos, so pena de contribuir a la perpetuación del actual statu quo.

Crimen de lesa patria debemos considerar la posposición indefinida de un sincero abrazo entre todos los cubanos, tal vez la esperanza única de salvación para nuestro atribulado y dividido país.

Concluyo expresándole a los hermanos reunidos en la Fundación Melinda Gates, que aunque no me siento aludido por sus palabras, –no dirijo ni en mi casa, pues sólo soy un oscuro rellenador de cuartillas- que deben meditar sobre el sentido de sus exposiciones, y comprender que lo que menos ayuda al entendimiento y al abrazo entre cubanos, es la crítica irreflexiva, que puede tornarse en sistemática y rencorosa.

Un cariñoso saludo a todos, Jose Alberto Alvarez Bravo, periodista independiente.

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