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jueves, 16 de julio de 2009

Mientras llega la muerte

José Alberto Álvarez Bravo

Unos con buenas, y otros con no tan buenas intenciones, el caso es que varias personas de mi entorno, y a resultas de mi descubierta disensión política, me han preguntado si yo creo poder "tumbar esto". Algunos han llegado a recordarme la consabida frase: "esto no hay quien lo arregle, pero tampoco hay quien lo tumbe."

Lamentablemente, se han quedado esperando una respuesta simplista (sí o no). Nada suele ser –y en estas cosas, menos- tan sencillo.

Mis respuestas suelen carecer de la sofisticación intelectual propia de pensadores de la talla de Manuel Cuesta Morúa, por sólo citar un nombre. Como norma, he comenzado por dejar sentado que, el proponerse algo inalcanzable, pudiera considerarse como ejemplo de posicionamiento anti político. La falta de fuerzas, no ya en un ente famélico y aislado, sino en todo el conjunto de la sociedad civil, impone a quien tenga la cabeza más o menos en su lugar, la certidumbre de que lo único factible es la conquista y consolidación de espacios de libertad individual. Espacios, que al interrelacionarse, formarían islas de libertad en nuestro piélago totalitario.

Non possumus. YO NO, como reza una campaña desplegada por nuestros hermanos en la diáspora.

En el plano personal, nunca ha sido mi plan de vida remedar a Caupolicán, para tratar de levantar un monolito capaz de derribar de un solo golpe la dictadura castrista. Simplemente, he tratado de adecuar mi accionar a mis posibilidades concretas. Éstas no van más allá de tratar de atinarle con un grano de arena en el ojo del ciclope, para lograr lo que decía Benedetti a través de uno de sus personajes: no es querer, ni poder, sino joder.

En aras de inmunizarme contra las pretensiones trascendentalistas, que suelen devenir en pavorosas egolatrías, sólo aspiro a describir lo mejor posible el entorno en que me ha tocado vivir. Y esto sin pretender emular a Suetonio o Tácito, sino como por tomar un simple baño de adrenalina. O quizás, como un peligroso pasatiempo, para entretenerme mientras llega la muerte.

 

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