Por: Jorge Alberto Liriano Linares, prisionero político.
Prisión Cerámica Roja, 31 de julio/ de la Mesa de trabajo Hablemos Press/ Un niño está llorando en el interior hostil y horrible de una celda, su inocencia no le permite comprender su nueva condición de preso. Tiene 15 años de edad y extraña a su mamita, a la escuela y el calor del hogar humilde y pobre donde nació.
Daniel Montalbán Guerra, un niño cubano que el pasado 2 de julio se vio involucrado en una riña tumultuaria donde un grupo de agentes de prevención de las fuerzas armadas intervino.
Las fuerzas represivas invistieron su domicilio causándoles graves lesiones a sus tíos y primos, después del incidente fueron todos detenido y conducidos a los calabozos de la tercera unidad policial de la provincia de Camagüey, lugar de residencia del menor.
Según narra sollozando entrecortadamente el adolescente fue golpeado salvajemente en esa unidad. Durante 14 días resultó torturado, durmiendo en el piso desnudo y compartiendo el encierro con personas de la peor calaña donde estuvo a punto de ser violado sexualmente. En todo el tiempo que se mantuvo en el recinto policial no le permitieron ver a su mamá.
Una mañana fue llevado al tribunal donde resultó sancionado a 7 años de privación de libertad, por un supuesto delito de robo con violencia que desconoce y no logra comprender.
Un Tribunal amañado que desconoció todos los derechos procesales, lo envió a prisión sin considerar que se trataba de un niño. Ahora cada noche en el silencio de las mazmorras de la prisión Cerámica Roja se escuchan los tristes sollozos de Danielito, uno más de los cientos de niños cubanos que sufren injustas condenas en el interior de las cárceles de la isla.
Poniéndose de manifiesto una vez más la arbitrariedad de un sistema corrupto e hipócrita que con la doble moral que lo ha caracterizado por medio siglo de tiranía totalitaria, continúa impunemente cometiendo crímenes contra los dictámenes de las Naciones Unidas, las leyes internacionales y los derechos Humanos de su pueblo.
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