Jose Alberto Alvarez Bravo.
De no haber sido por la vecindad del artículo Espejos, del columnista Jose Alejandro Rodríguez, aparecido en la página de opinión del diario oficialista Juventud Rebelde el domingo 30 de agosto de 2009, Los peligros de este viaje, escrito por su colega Alina Perera Robbio, hubiera podido alcanzar merecida resonancia.
El artículo de Rodríguez, en el que critica de manera descarnada al síndrome triunfalista, -responsable directo de la total falta de credibilidad de la prensa gubernamental- logró despertar el interés inmediato del influyente diario El Nuevo Herald, opacando el claro mensaje, con sabor a debacle, contenido en el artículo de Perera Robbio.
En Los peligros de este viaje, la columnista retoma el desastroso desempeño del sistema educativo cubano, exhibido con fanfarrias como el más importante "logro" de la gerontocracia caribeña. Este trabajo nos trae a la memoria el artículo Fraude ¿académico?, escrito casi veinte años atrás por el escritor y periodista –actualmente exiliado- Luis Manuel García Méndez.
Por ende, el tema no es novedoso, pero sí lo es el uso de descalificativos para referirse a quienes, como quien dice ayer, juraron "ser como el Che".
¿Qué ha sucedido con el "hombre nuevo"? ¿Son estas personas, a las que Perera Robbio califica de "indeseables", "pillos", "turba", genuinos exponentes del "escalón más alto de la especie humana? ¿Lo son las decenas de miles que abarrotan las prisiones?
Ilusorio sería pensar que los periodistas sometidos a los amos de Cuba lleguen a tener, algún día, el valor suficiente para mencionar por sus nombres a los verdaderos responsables de la tragedia cubana.
Un pasaje de Los peligros de este viaje llama poderosamente la atención: "Así es como nos damos de bruces con las fuerzas oscuras contra las que, en la hora actual de Cuba, la virtud y la ética están dando una batalla celestial".
La columnista nos dejó esperando una aclaración de lo que significa "las fuerzas oscuras", si "la hora actual de Cuba" no es la misma que se inició hace medio siglo, y si "la virtud y la ética" están representadas por los hermanos Castro. En la literatura clásica griega, las "batallas celestiales" se daban entre los olímpicos, sustentadas en pujas por parcelas de poder.
Estos fenómenos (anti)sociales que conturban el ánimo de Perera Robbio, eran impensables antes de la llegada de los Castro al poder. Por consiguiente, si las nuevas generaciones han sido "educadas" a imagen y semejanza de estos señores, la culpa de estos entuertos no la pueden tener ni el totí, ni el bloqueo imperialista.
Perera nos alarma con su aseveración de que existen "manifestaciones más perversas y dañinas que corroen el alma moral de la sociedad". Hace preguntarse si estas manifestaciones "más perversas y dañinas" se suceden en las altas esferas del poder, exentas de viajar en el "rutero" Ocho, fuera del alcance de la mirada del pueblo.
Dos tesis nos quedan por dilucidar: o bien la Isla se ha mantenido al pairo durante medio siglo, o es preferible que se quede a la deriva antes que continuar en manos de tan pésimos timoneles.
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