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sábado, 16 de octubre de 2010

Cuba: Robo y corrupción


Foto: Mercedes María Martínez enmarañada en un mar de papeles. En su primera carta expresó: confío en la revolución y sus dirigentes.

Barcelona/ Mambí en A/ Una profesora cubana de Educación Física al regresar de trabajar en Venezuela recibió las cajas con sus compras de manos de las autoridades cubanas responsables de esa custodia y transporte, faltaban artículos de su propiedad y de una compañera suya, reclamó, salió acusada ella misma y tras decomisos arbitrarios aguarda una condena de 4 años de prisión, según declara.

La licenciada en Cultura Física, Mercedes María Martínez Carvajal, de 47 años de edad, vecina de calle 124 # 6509, El Mariel, Habana, Cuba, es madre de dos hijos, uno con retraso mental.

Carece de antecedentes penales. Por su trabajo recibió durante 27 años la máxima evaluación de sus superiores: M.B., y en 1985 la medalla Servicio Distinguido que le impuso el Gral. Senén Casas Regueiro.

Fue una de los miles de cubanos que envía el Gobierno al extranjero en auténtica reedición del alquiler de esclavos: El Estado cobra por el trabajo de ellos, les prohíbe toda libertad de movimiento y hasta el libre envío de los artículos que compran con su salario.

Muchos profesionales ven en esa super-explotación su única oportunidad de viajar y progresar ganando algunos dólares que ahorran con privaciones para comprar “lujos prohibitivos” en Cuba, como equipos electrodomésticos, ropa y zapatos.

El Gobierno no permite a los internacionalistas enviar sus compras, son las autoridades de "la misión" quienes las almacenan (a veces 11 meses), la embarcan y entregan a un jefe del propietario en la aduana del Puerto de La Habana.
Tras 20 meses y 3 días de esa "misión internacionalista", Mercedes Martínez regresa a Cuba en diciembre del 2008.

El superior Sergio Alejo Cuesta Arozarena, que debía entregarle sus cajas con sus compras, la visitó y le dijo que por repentina apendicitis no podía retirarlas de la aduana para entregárselas y lo haría al salir de su operación quirúrgica.

Mercedes Martínez corrió a la aduana con su familia, alarmada por noticias de robos de los paquetes bajo responsabilidad de las autoridades de "la misión" y aduanales.
Únicamente, Cuesta Arozarena, podía retirar las cajas propiedad de Mercedes, pero ella insistió alegando los robos y el responsable del almacén le entregó sus cajas previo recibo y sin permitirle abrirlas para verificar el contenido.

Ya en su casa con sus cajas advirtió Mercedes el embalaje alterado; al abrirlas encontró que faltaban equipos, ropa, zapatos y diversos artículos (licuadora, batidora, una docena de pantalones, sábanas y camisetas), en su lugar colocaron ropa inservible, piedras y pedazos de poliespuma.

Entre sus cosas venía un paquete de otra compañera que quedó en Venezuela. El hijo de ésta lo recogió en el hogar de Mercedes, y aunque ella le explicó lo del robo y le dijo que lo abriera allí y chequeara su contenido, el joven se negó y se lo llevó sin abrirlo. Al día siguiente presentó su queja de "revolucionaria internacionalista" ante las autoridades de Cuba-Deporte. El joven acudió también, pues al igual que ella había sido víctima de robo.

Al día siguiente Mercedes Martínez fue arrestada en su hogar; la policía en el cuartel de El Mariel le impuso un careo contra el joven y otros dos familiares que la acusaron de ladrona y "contrarrevolucionaria", salió a las 12 de la noche previo pago de $1000 pesos de fianza.

Relata Mercedes Martínez: “El jefe Cuesta Arozarena, presentó unas declaraciones juradas falsas de mi equipaje como que todo estaba correcto, son falsas por tachaduras y letra ajena a la mía, como demostró prueba grafológica, pero en el juicio las aceptaron como válidas y no a las verdaderas en mi poder. Desde el principio reclamé una prueba de mi letra que demostrara la falsedad de esos papeles, y lo que conseguí fue que a la escuela en que trabajo llegara sonando la sirena de un auto de la policía para sacarme de la clase y llevarme al pueblo de Caimito para la prueba gráfica que demostró que no era mi letra".

En 12/2OO8 acudió a la Fiscalía General de la República, por lo que consideró maltratos en la Fiscalía Provincial y cuenta que un veterano fiscal, Herranz, le aconsejó:"Tienes que moverte, porque te quieren chivar"(perjudicar).

La policía la citó con frecuencia, registraron su hogar, la primera vez encontraron que todos los artículos estaban en regla, según la declaración jurada del embarque y le aconsejaron que no buscara abogado, la segunda volvieron de parte de la mayor Sonia y el policía Liosmani Pérez Rosales, quien se llevó la computadora bajo amenaza de acusarla por desacato si se negaba.

Cuenta Mercedes Martínez: “Dijo que se la llevaba sólo por 3 días para examinarla, jamás la volví a ver, corrí a la Jefa de la Fiscalía del Mariel, Carmen C. Malagón, y se echó a llorar: "Yo tu caso no lo conozco, me siento culpable de haber autorizado a la mayor Sonia para el registro, porque yo no he visto tu expediente". ¿Si yo hubiera robado los equipos iba a adornar mi casa con ellos y acudir a protestar de los robos confiadamente? Vivo una pesadilla, escribí y acudí a todas las instancias hasta dos veces: Departamento técnico de Investigaciones en 100 y Aldabó, Atención a la Población del Ministerio del Interior, a denunciar a la mayor Sonia, Fiscalía Provincial y Fiscalía General de la República, Consejo de Estado, en vano, en la Fiscalía Provincial me decían que la Fiscalía General ya me había respondido, pero nunca vi la respuesta. El juicio fue el 6 de octubre en el Tribunal Provincial de La Habana, en Artemisa, me comunicarán la sentencia el 13 de noviembre, me contaron desde antes que la fiscal Niurka Tabares Valdés hablaba mal de mí y compadecía a los que, según ella, yo había robado, me trató agresivamente, igual la jueza Migdalia Peñalver, que me impedía hablar cuando yo quería explicar. La policía ha hecho de mí lo que le ha dado la gana, me han humillado, nadie me maltrató tanto nunca, me enfermaron de los nervios, sufrí un pre-infarto, mi hijo menor, retrasado mental, está alterado, el mayor también, hasta suspendió asignaturas en la universidad, me han destruido a mí y a mi familia, en mi trabajo, la ESPA (Escuela de Iniciación Deportiva) de Artemisa, no me han dicho nada, pero están reduciendo plantillas y hoy pusieron en mi puesto a un joven sin mi antigüedad y capacitación, sospecho que sin sancionarme me van a echar, la fiscal pidió una condena de cuatro años con internamiento aunque carezco de antecedentes penales, el abogado defensor sostuvo mi inocencia y buena conducta como trabajadora revolucionaria e internacionalista. Periodista, ponga que lo principal es que tienen que devolverme mis tres equipos: la computadora, la nevera y el equipo de música."

La acusada invoca méritos de lealtad "revolucionaria" que le inculcaron, la hacen "confiable", un denunciante le dijo "contrarrevolucionaria", no sale de su estupor de que ya no valen esos méritos en este pantano "revolucionario" en que imperan la corrupción, la desprotección legal, y para no reconocerlo, el sistema apaña los atropellos de cualquier policía y autoridad.

Al borde de la cárcel de mujeres, lo menos que debería preocuparle a Mercedes son sus tres equipos: “pacotilla” por la que se esforzó y que en vez de felicidad le atrajo policías rapaces y acusaciones tramitadas con celeridad inusual en los meandros del sistema legal de Cuba.

Es un reporte desde La Habana, Cuba, de Jaime Leygonier, Hablemos Press.

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