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domingo, 19 de diciembre de 2010

Discurso de Raúl - Pasado y Futuro

Barcelona/ Mambí en A/ El presidente de la dictadura comunista de Cuba por sucesión dinástica, Raúl Castro Ruz, en su último discurso para el año 2010 en la clausura del Pleno de la Asamblea Nacional, reclamó exigencia máxima para aplicar su plan de ajustes económicos como único modo de “preservar la Revolución” y rectificar conceptos "erróneos e insostenibles" acerca del socialismo.
En ningún momento mencionó salvar al pueblo, habla de salvar a la revolución. En ningún momento menciona una autocrítica, lo que si hace con energía sobrada es criticar a los dirigentes, como si estos hubiesen tenido la autonomía para tomar decisiones e implementar cambios en su ámbito laboral sin que fuesen previamente autorizados por el supremo comandante en jefe. La culpa y responsabilidad de 52 años de decadencia política y económica es de los demás, es del resto del mundo, es del embargo económico, es de cualquiera y cualquier, menos de ellos, Fidel Castro y Raúl Castro, monarcastro I y monarcastro II, respectivamente.
Hablar de cambios para salvar un sistema que ha demostrado por sus propios resultados que es inviable para el bienestar, mantenimiento y desarrollo de una sociedad, es como pintar de negro sobre negro, es como diluir agua en agua, es simplemente, más de lo mismo.
Este último discurso del monarcastro II ha dejado muy en firme el propósito de los ajustes que ha dictado implementar, y que realizará gracias a la colaboración de su mano derecha ejecutora y verdugo, el Partido Comunista de Cuba; también, como no, avalado y apoyado por la agrupación de lacayos y plebeyos que es el Sindicato Nacional de Trabajadores de Cuba; y es el deseo expreso de permanecer en el poder a costa de cuánto cambio sea necesario hacer, inclusive, con medidas en contraposición a los propios principios en los que han basado su dictadura comunista y dinástica.
Algunas de estas medidas ya se han ejecutado y otras están anunciadas y a punto de ser cumplidas, como cerrar comedores obreros, despedir a más de medio millón de trabajadores, cobrarle elevados impuestos a unos cotizantes que no son dueños ni de sus propias casas, etc. Recayendo sobre los hombros del pueblo, de la población, del obrero, del trabajador, todo el peso de un poder codicioso y explotador, con diferentes medidas, pero de igual peso o quizás mayor, que cuando “pedían – exigían” más y más horas de trabajo voluntario, a la vez que se obligaba a la población infantil a trabajar en el campo a jornada partida con el estudio, en un claro ejercicio de explotación infantil, abierta y flagrante ante los ojos del mundo, y lo peor, con el consentimiento de nuestros propios padres. Décadas después, no hay resultado positivo por tales sacrificios, lo cual deja demostrado que en una dictadura comunista: “cualquier esfuerzo pasado, no guarda beneficio futuro”.
Foto: Arriba - Las güatacas listas para guataquear.
Abajo - Lo mismo.
Recuerdo a aquellos niños, y me cuento entre ellos, como con tan solo 11 años de edad ya eran empujados a empuñar una güataca para guataquear campos de toronja fundamentalmente, entre otros cultivos, pero quiero resaltar precisamente este, porque en las fruterías de La Habana nadie veía las toronjas. Todas eran exportadas por su gran calidad. Por supuesto, que esos niños de 11 años en adelante eran los encargados de desyerbar, abonar y recoger con sumo cuidado aquellas preciadas frutas. Mientras a miles de kilómetros, un europeo saboreaba quizás a la sombra de una sombrilla, en una playa del Mediterráneo, el delicioso zumo extraído del fruto del trabajo de un niño explotado y al que le habían arrebatado sus años de inocencia.
Es paradójico recordar aquellos miles de niños empuñando con sus pequeñas manos aquellas enormes güatacas para guataquear, y ver hoy a miles de hombres güatacas alzando las manos para guataquear con aplausos a un nuevo ciclo de medidas basadas en el sacrificio de los mismos sacrificados de siempre.
Si hay que salvar a alguien, es al pueblo cubano de las garras de la dictadura comunista y dinástica de los hermanos Castro. Esa es la verdadera solución y el verdadero futuro esperanzador.
Por: Francisco Sau Boíx.

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