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viernes, 22 de julio de 2011

Orden, disciplina y exigencia - ¿Solución?


Por: Arnaldo Ramos Lauzurique.
Dándole continuidad al inútil VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), desde el 20 de mayo
-rara coincidencia- hasta el 10 de julio, se celebraron las similarmente inocuas 15 asambleas provinciales y 164 de los 168 plenos municipales del PCC.
El octogenario segundo en todo, José Ramón Machado Ventura, destinó 52 de sus postreros días a presidir éstas, a razón de aproximadamente un día de asamblea por dos de descanso, como buen recluta castrense.
Solo rodaron dos cabezas de primeros secretarios, la de Miguel Acebo Cortiñas en Sancti Spíritus, como consecuencia no declarada de fenómenos de corrupción a altos niveles de esa provincia, a los cuales él no podía ser ajeno; y la de Luis Rafael Virelles Barreda en Granma, provincia donde lo crítico de la situación económica, las deficiencias en sus principales producciones agrícolas -arroz, café y frijol- y dificultades en la ganadería, hacían necesario dar alguna imagen de cambio. En las demás provincias se decidió seguir arando con los mismos bueyes, no se atrevieron a hacer otra cosa dado que en los últimos 5 años se sustituyeron la casi totalidad de los primeros secretarios y en algunas, dos veces, por no mencionar a los altos niveles del aparato estatal donde han sido más de una treintena los defenestrados.
No hay que preocuparse por la salud de Machado Ventura a consecuencia de este periplo, que solo tuvo el desgaste físico de los viajes, ya que intelectualmente no asumió sobrecargas, dado que repitió en cada asamblea los mismos argumentos, como en el cuento del hombre que sabía un solo discurso y lo repetía tanto en una boda, como en una despedida de duelo.
Su tesis fundamental fue que: “Hay que mirar hacia adentro, no hacia afuera”, o más concretamente, como expresó en Santiago de Cuba: “Se tiene que acabar aquello de estar mirando para arriba,…”; por lo que hay que entender que están vedadas las críticas y demandas a los niveles superiores, que no serían responsables ni culpables de lo que ocurra. También insistió, para que nadie se desespere, que los cambios -si verdaderamente los hay- serían graduales y no de un día para otro.
Sus orientaciones, sin variación alguna en las 15 asambleas, fueron:
-Orden, disciplina y exigencia; tres palabras mágicas para su aplicación exclusiva en los niveles inferiores.
-No vincular la solución de los problemas a los recursos materiales. No pedir más recursos. Ahorrar, eliminar el despilfarro. Hacer más con lo mismo. No esperar por los abastecimientos ni por las orientaciones superiores. Es decir, que un aparato acostumbrado a la dilapidación, el robo y el ordeno y mando, tiene que convertirse -de repente- en eficiente, austero e independiente. Un ejemplo de este modo de razonar lo ofrece el sector de la salud, donde Machado Ventura hizo énfasis a lo largo de su periplo en priorizar el método clínico a costa de reducir drásticamente el necesario empleo de medios avanzados como la radiología, ultrasonidos, tomografía y análisis de laboratorio, con el fin de disminuir gastos.
-Incrementar el control, eliminar el robo y la corrupción y mejorar la contabilidad. Sin embargo, las cosas parecen ir de mal en peor en este sentido. La VI Comprobación Nacional de Control Interno arrojó como resultado que de las 768 entidades auditadas solo 17 -el 2,21%- obtuvieron la calificación de satisfactorias, en tanto 146 -el 19,01%- fueron declaradas deficientes y 136 -17,71%- se juzgaron de mal. Pero ello no es lo más destacable, ya que el 17,4% de las empresas en Perfeccionamiento fueron declaradas deficientes o mal, lo cual indica que casi una de cada cinco de las empresas élites del país opera con irregularidades.
-Incrementar las exportaciones, la sustitución de importaciones y la producción de alimentos, sin medidas de fondo y financiamiento que lo hagan posible.
-Hacer hincapié para la solución de las cuestiones económicas en los problemas subjetivos. Los bienes tangibles no deben jugar su papel en ese sentido.
Los problemas más comunes detectados en las asambleas provinciales se refirieron a los bajos rendimientos agrícolas e industriales del sector azucarero, aunque se cumplió el bajísimo nivel de producción previsto, los incumplimientos en las producciones agropecuarias, las dificultades con la distribución de tierras en usufructo y su utilización, así como, la cadena de impagos en el sector estatal que frena el desenvolvimiento de la economía.
Los órganos de prensa nacionales han brindado poca información sobre el desarrollo de los plenos municipales, pero por lo que se ha dado a conocer de algunos de ellos, además de las dificultades en el desenvolvimiento económico, se detectaron fenómenos crecientes de corrupción, siempre tratando de hacer notar que ello ocurría a niveles empresariales y en eslabones primarios del aparato estatal. Se pretende hacer olvidar que un por ciento elevado de las más de 40 destituciones de dirigentes en los últimos años estuvieron ligados a ese fenómeno.
En conclusión, si el régimen pretendía ahorrar, debía haber comenzado por ahorrarse el VI Congreso, las asambleas provinciales y los plenos municipales del PCC.

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