Buscar en archivos de Mambí en Acción






sábado, 3 de septiembre de 2011

¿Tiene segunda parte?

Por Francisco Sau Boíx.
Tan solo tenía un año de nacido cuando llegó a Barcelona, España. Su padre, había decidido salir de Cuba y establecerse en esta ciudad, huyendo de la falta de libertades, lastimado por ver como los extranjeros son tratados como príncipes en cualquier rincón de la isla, mientras que a los cubanos se les trata como esclavos.
Pasaron los años y el niño comenzó a ir a la escuela, y entonces, comenzó a tomar conciencia de que su hijo estaba siendo educado en otra cultura, en otra historia, en fin, que el amor por Cuba que lo había empujado a abandonar el suelo patrio por no soportar la indignación de ver a la mayoría impasible, y que no protestaran por el molesto yugo que los sofoca en su andar diario, moriría con él.
A partir de entonces comenzó una nueva lucha, la de intentar transmitir a su descendiente ese amor por su patria, sus símbolos: el tocororo, la mariposa, el Padre de la Patria, el himno nacional, el significado de los colores de la bandera, todo y cuanto representa la identidad del cubano. La música, el son, el bolero, la rumba, el guaguancó, la comida. Es tanto el conocimiento a transmitir, que se vuelve una lucha desgarradora, sobre todo, ante el hostil terreno en que se desarrolla.
Todo y cuanto les rodea, conspira en contra del éxito de su campaña. Hasta ha recibido propuestas de organizaciones políticas para que se convierta a catalán. Tamaña ofensa, que se suma a la tormentosa alarma.
Han pasado 12 años, el niño ya es un adolescente, difícil edad, máxime por experiencia propia. La rebeldía aflora. Se niega a ver una película de Cuba, el padre se preocupa, y mucho. Comienzan a verla, ya ha visto “Habanastation”, y comienza a explicarle algunos detalles, intentando motivarlo. Hasta que al fin comienza a interesarse, aún así, su negativa inicial le ha entristecido y le ha preocupado sobre manera.
Una que otra vez ha dejado de explicarle una escena, un fuerte nudo en la garganta o una, que otra lágrima, sorpresivamente se lo ha impedido.
Al finalizar la película, sin mencionar palabra alguna, dejándolo a que procesara la información que había recibido, se dirige a prepararle algo de merienda, esperando alguna reacción espontánea por parte del joven, y entonces es que sucede, cuál milagro, cuando después de unos minutos, el joven adolescente pregunta con visible interés: ¿y tiene segunda parte?

Un agradecimiento especial a Ian Padrón por su película, “Habanastation”.

No hay comentarios: