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jueves, 30 de mayo de 2013

Sufrir torturas, hermana hombres



Por José Alberto Álvarez Bravo.

A mi hermano de ideales, colega y amigo, Calixto Ramón Martínez Arias, me unen lazos de camaradería, pero los tratos crueles, inhumanos y degradantes que sufrimos juntos este 27 de mayo de 2013, consolidó y estrechó esta unidad espiritual.

No nos habíamos puesto de acuerdo, simplemente coincidimos en la vivienda de Julio Ignacio León Pérez y Sara Marta Fonseca Quevedo; cuando escampó, decidimos irnos juntos, aunque no íbamos hacia el mismo destino.

Habíamos visto el operativo combinado de la llamada Policía Nacional Revolucionaria y agentes de civil de la policía política que rodeaba la vivienda del matrimonio opositor, pero no nos preocupan ni nos detienen esos habituales alardes de fuerza de la dictadura castrista. Después de habernos alejado poco más de dos cuadras de la mencionada vivienda, fuimos secuestrados por hombres y mujeres vestidos de civil, quienes nos introdujeron en un auto patrullero después de someternos a cacheos, operación en la que nos abren las piernas a patadas hasta una separación exagerada, mientras la cabeza la proyectan contra el vehículo policial, a fin de degradarnos con una postura grotesca.

En el interior del vehículo nos esposan con las manos a la espalda, intercambiando las de uno con las del otro, pareciéndonos a un par de siameses; las esposas nos las aprietan hasta hacernos daño.

El vehículo parte, pero solo describe un círculo hasta detenerse frente al operativo; nos sacan a empellones, nuevo cacheo humillante en presencia del público, sin haber hecho la más mínima resistencia ni considerar mi ancianidad y poco peso corporal. Otro patrullero hasta el Reparto 1ro de Mayo, próximo a Santiago de las Vegas; durante todo el trayecto un esbirro coloca la cabeza de Calixto bajo su brazo, y lo presiona con fuerza contra su muslo.
Ya en 1ro de Mayo, nos pasan a un tercer patrullero, no sin antes haber sido halado por la esposa por el esbirro conocido por Volodia (Vladimir González Zaldívar), quien ante mi negativa a responder a su exigencia de que no volviera a Boyeros, me colocó de nuevo las esposas con las manos a la espalda apretándolas con el fin de causarme dolor. Acto seguido, un uniformado me aplica una llave de estrangulación y me introduce en el auto patrullero, donde somos conducidos a la Unidad del Aeropuerto. En el interin, supimos de la llegada del vuelo en que regresó a la patria nuestra Berta Soler, a través de los walkie talkie de los represores.

Ya en esta Unidad, el mismo uniformado de la llave de estrangulación me sometió a un nuevo cacheo vejaminoso, y ante mi pregunta de si no me volvería a apretar el cuello, me puso las manos sobre la nuca apretándomelas con toda su fuerza; luego me proyectó la cabeza contra la pared, provocándome un chichón y cefalea ligera hasta el siguiente día.
Al reclamar mis espejuelos (sin los cuales no tengo buena visión) me dijeron los torturadores que los tenía en el bolsillo trasero del pantalón; los habían partido a propósito para causarme el mayor daño posible; en efecto, esta rotura de mis espejuelos fue lo más dañoso para mí, pues son los únicos que poseo, gracias a la buena voluntad de Laly Sampedro, una hermana del exilio que me los envió a través de Laura Pollán.


Después fuimos trasladados para la 4ta Unidad, sita en Infanta y Manglar, junto a los santiagueros Agustín y Reynaldo Ferrer (padre e hijo), siendo liberados Calixto y un servidor a las doce de la noche; los Ferrer quedaron en los calabozos, presumiblemente para ser deportados a su ciudad de residencia.

Las torturas y vejaciones sufridas solo hicieron fortalecer nuestra determinación de dar lo que sea necesario para poner fin a la dictadura, hoy encabezada por el “general musito”, cuya perversidad se hace manifiesta a través de la actuación de sus matones a sueldo, pero que por fortuna, su represión me ayudó a conocer personalmente a los Ferrer, y para consolidar y apretar los lazos que ya me unían a Calixto Ramón Martínez Arias.

A pesar de estos malos cubanos, Cuba será libre.

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