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viernes, 25 de septiembre de 2009

De espaldas al pueblo

Jose Alberto Alvarez Bravo.

Esta vez ya se siente el claro escozor provocado por la burla. Escarnecer al pueblo cubano es la única explicación posible de ésta nueva convocatoria del gobierno, encabezado por Raúl Castro, "para analizar algunos de sus problemas", según el reporte de AFP desde La Habana.

Resulta que después de medio siglo en el poder, estos gobernantes no tienen ni la más remota idea sobre los problemas del pueblo, en caso de que hubiera alguno.

La pregunta obligada es a qué se dedican entonces estos señores.

Todavía no hace dos años, los cubanos fueron sometidos (no digo fuimos porque no me presto para nada de eso) a otra pantomima igual, con la diferencia de la novedad a favor de aquella edición. El ceremonioso sainete vuelve por sus fueros.

En este llamado hay un elemento que me resulta muy interesante, y es que entre sus objetivos está la "lucha contra la corrupción". Este anunciado objetivo se da de narices con la "decisión irrenunciable de construir el socialismo", pues es sabido que socialismo y corrupción son sinónimos.

Hablar de lucha contra la corrupción es hablar de lucha contra el gobierno de los Castro.

¿Cuál fue el resultado de la anterior temporada circense? Ellos mismos dicen que participaron cinco millones de personas, pero a juzgar por la nulidad del esfuerzo, no hay muchos motivos para esperar que este arroje algún resultado concreto.

¿Mejorarán las condiciones de vida del pueblo? No es cuerdo esperar por tan elemental aspiración mientras no se produzcan en Cuba los cambios imprescindibles.

Entiendo por cambios imprescindibles, en primer lugar, la despenalización de la discrepancia política, responsable de la permanencia en prisión de centenares de compatriotas por delitos de opinión.

A partir de este punto, el resto de los cambios se implementarían de manera natural, pero éstos terminarían en la entrega definitiva del poder por parte de los actuales gobernantes. Su notorio aferramiento a su poder omnímodo, inconsulto y vitalicio hace impensable una salida, a corto plazo, al "problema cubano".

Otra lectura de la convocatoria es que si, a estas alturas, todavía ellos no se han enterado de los problemas que nos agobian, entonces se hace innecesario explicar que nuestros gerontócratas viven de espaldas al pueblo.

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