Mambí en A/ La edición 2019 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa que elabora Reporteros Sin Fronteras (RSF), y que se publica este 18 de abril, muestra que el odio a los periodistas degenera en violencia, lo que hace que aumente el miedo. Sigue reduciéndose el número de países que se considera seguros –aquellos en los que los periodistas pueden ejercer su oficio sin correr peligro–, mientras que crece el control que ejercen los regímenes autoritarios en los medios de comunicación.
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que evalúa cada año la situación del periodismo en 180 países y territorios, revela la instauración de una mecánica del miedo muy perjudicial para el ejercicio del periodismo. La hostilidad hacia los periodistas, e incluso el odio transmitido por dirigentes políticos en numerosos países, ha dado lugar a actos violentos cada vez más graves y frecuentes, lo que incrementa los peligros que afronta la prensa y causa unos niveles de temor inéditos en algunos lugares.
“Si el debate político cae de forma encubierta o manifiesta en un ambiente de guerra civil, en el que los periodistas se vuelven víctimas expiatorias, los modelos democráticos corren un gran peligro”, advierte Christophe Deloire, secretario general de RSF. “Para las mujeres y los hombres de buena voluntad, comprometidos con las libertades adquiridas a lo largo de la historia, es urgente acabar con esta mecánica del miedo”, añade.
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Ver la tabla completa en la web de RSF España]
Reporteros Sin Fronteras observó un preocupante deterioro de la situación de la libertad de prensa en América Latina en 2018. Las condiciones de trabajo de la prensa empeoraron en la mayoría de los países de la región, donde los periodistas siguen sufriendo con frecuencia agresiones violentas, presiones y la censura del Estado.
En 2018, durante las elecciones celebradas en México (144º, +3), Brasil (105º, -3), Venezuela (148º, -5), Paraguay (99º, +8), Colombia (129º, +1), El Salvador (81º, -15) y Cuba (169º, +3), se registró un aumento de las agresiones a periodistas. La mayoría, perpetradas por políticos, funcionarios y militantes de partidos (a través de internet). Estos incidentes contribuyeron a crear un clima generalizado de desconfianza, y a veces de odio, hacia la prensa.
Censura del Estado y autoritarismo
Nicaragua se hunde: cae 24 posiciones y se sitúa en el puesto 114 de la Clasificación, el mayor retroceso registrado en el continente americano. La represión ejercida por el gobierno de Daniel Ortega contra la prensa independiente dio un nuevo giro en abril de 2018 al agravarse la crisis política y las grandes protestas de la oposición en el país. Las autoridades estigmatizaron constantemente a los periodistas, que sufrieron campañas de acoso y amenazas de muerte, sin contar las detenciones arbitrarias. Durante las manifestaciones, los reporteros nicaragüenses fueron agredidos con frecuencia, pues se les les consideraba opositores. Algunos de ellos se han exiliado, pues temen que os acusen de terrorismo y que los encarcelen, como a algunos de sus colegas.
La situación también es muy preocupante en Venezuela (148º), que baja cinco puestos y se acerca peligrosamente a la zona negra de la Clasificación. El autoritarismo de Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, parece no tener límites. En 2018 se intensificó la represión contra la prensa independiente. RSF registró un número récord de detenciones arbitrarias y de actos violentos perpetrados por las fuerzas del orden y los servicios de inteligencia venezolanos. En paralelo, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela (Conatel) privó de frecuencia de difusión a emisoras de radio y canales de televisión que consideró demasiado críticos con el gobierno, y las autoridades detuvieron, interrogaron y expulsaron de su territorio a periodistas extranjeros. El deterioro de la situación ha empujado a numerosos periodistas a abandonar el país para preservar su integridad física, pues han recibido amenazas.
Los periodistas cubanos también optan a veces por el exilio para escapar del control permanente que ejercen las autoridades sobre la información, así como de la represión de éstas contra quienes consideran demasiado críticos. El hecho de que Cuba ascienda tres posiciones en la Clasificación se debe sobre todo a que la cobertura de internet ha mejorado progresivamente en la isla, lo que permite que las voces independientes y los blogueros sean escuchados. El régimen castrista, ahora encarnado por el presidente Miguel Díaz-Canel, sigue siendo el peor calificado de la región por 22º año consecutivo. Cuba ocupa la posición 169 en la Clasificación.
La situación de Bolivia (113º, -3) no es menos alarmante. Siguiendo el modelo cubano, el gobierno del presidente Evo Morales, en el poder desde 2006, controla la información, censura y hace callar a las voces más críticas del país, lo que genera una fuerte autocensura entre los periodistas.
Algunos regímenes autoritarios descienden en la Clasificación. Es el caso de Venezuela (148º, -5), donde los periodistas se enfrentan a detenciones y agresiones por parte de las fuerzas del orden. También el de Rusia (149º, -1), donde el gobierno incrementó las presiones que ejerce sobre los medios de comunicación independientes y el control de internet, valiéndose de detenciones, registros arbitrarios y leyes liberticidas. Vietnam (176º), seguido de China (177º, -1), también pierde una posición. En el Cuerno de África, Eritrea permanece en el antepenúltimo lugar (178º), a pesar del acuerdo de paz que firmó con Etiopía. Turkmenistán (180º, -2) ocupa ahora el último lugar de la Clasificación, en lugar de Corea del Norte (179º, +1).
El coraje de los periodistas de investigación perseguidos
En este ambiente de hostilidad generalizada, se requiere de valor para seguir investigando la corrupción, la evasión fiscal y el crimen organizado. En Italia (43º, +3), el ministro del Interior, Matteo Salvini, amenazó con quitarle la protección policial al periodista Roberto Saviano por sus críticas a la política migratoria italiana. A esto se suma el hecho de que, en todo el mundo, y en particular en Argelia (141º, -5) y en Croacia (64º, +5), los medios de comunicación y los periodistas se enfrentan a un creciente acoso judicial.
En países como Francia y Malta (77º, -12) se emprenden procesos judiciales “mordaza” contra periodistas de investigación, a fin de agotar sus recursos financieros, e incluso para que sean encarcelados. También es el caso de Polonia (59º, -1), donde los periodistas del diario Gazeta Wyborcza podrían ser condenados a penas de prisión por haber cuestionado a un dirigente político implicado en un polémico caso de construcción. Asimismo, en Bulgaria (111º) la policía detuvo a dos periodistas independientes cuando investigaban el desvío de fondos europeos. Además de las presiones judiciales, los periodistas de investigación se enfrentan a múltiples tipos de intimidaciones cuando su trabajo saca a la luz irregularidades o casos de malversación. En Serbia (90º, -14) incendiaron la casa de un reportero. En otros países, como Malta, Eslovaquia (35º, -8), México (144º, +3) y Ghana (27º, -4), los periodistas son asesinados a sangre fría.
La persecución de los periodistas que molestan a los gobiernos parece que ya no tiene límites. El sórdido asesinato del columnista saudí Jamal Khashoggi, cometido en el consulado saudí en Estambul (Turquía), en octubre de 2018, envió un escalofriante mensaje a los periodistas más allá de las fronteras de Arabia Saudí (172º, -3). Por miedo a ser asesinados, muchos periodistas de la región se autocensuran o, simplemente, dejan de escribir.
El segundo mayor deterioro se registra en la zona de la Unión Europea y los Balcanes (+1,7%). Esta región sigue siendo, en principio, la más segura, y aquella en la que más se respeta la libertad de prensa. Sin embargo, ahora los periodistas deben enfrentarse a las peores amenazas: asesinatos en Malta, Eslovaquia y Bulgaria (111º); agresiones verbales y físicas en Serbia y Montenegro (104º, -1), o un grado de violencia sin precedentes en las manifestaciones de los “chalecos amarillos” en Francia (32º, +1), hasta el punto de que muchos equipos de televisión ya no se atreven a mostrar el logotipo de sus medios de comunicación ni a cubrir las protestas si no van acompañados de escoltas. La estigmatización de los periodistas se expresa ahora sin complejos: en Hungría (87º, -14), los dirigentes de la Unión Cívica Húngara (Fidesz) –partido del primer ministro, Víktor Orbán– se niegan a responder a las preguntas de los periodistas que no trabajan para medios de comunicación considerados “amigos de Fidesz”. En Polonia, los medios de comunicación públicos se han transformado en instrumentos de propaganda con los que se presiona a los periodistas, a veces con intensidad.
Aunque este año se registra un deterioro menor en el índice regional de Oriente Medio y África del Norte, esta sigue siendo la zona donde es más difícil y peligroso ejercer la profesión periodística. Aunque en 2018 se redujo un poco el número de periodistas asesinados en Siria (174º, +3), este país, al igual que Yemen (168º, -1), sigue siendo muy peligroso para la prensa. A las guerras y las crisis profundas, como las que se viven en Libia (162º), se suma otro gran peligro: la detención arbitraria y el encarcelamiento. Irán (170º, -6) es una de las mayores cárceles de periodistas del mundo. También en Arabia Saudí, Egipto (163º, -2) y Bahréin (167º, -1) decenas de reporteros se encuentran entre rejas, en ocasiones, sin siquiera haber sido juzgados. En Marruecos (135º) tienen lugar procesos penales interminables. En medio de este sombrío panorama, Túnez es una excepción (72º, +25) y las agresiones a la prensa han disminuido de forma notable en el país.
África registra el menor deterioro regional en la edición 2019 de la Clasificación, pero también algunas de los mayores movimientos. La alternancia de poder en Etiopía (110º), donde los periodistas encarcelados recuperaron la libertad, ha permitido que el país diera un salto espectacular de 40 posiciones. El cambio de régimen también ha propiciado que Gambia (92º, +30) experimentara uno de los mayores progresos en la Clasificación. Sin embargo, los cambios políticos en el continente no siempre son benéficos para los periodistas. En Tanzania (118º, -25), desde la llegada a la presidencia de John Magufuli, apodado “Bulldozer”, en 2015, se han registrado ataques sin precedentes contra la prensa. Otra caída significativa es la de Mauritania (94º, -22): el bloguero Cheikh Ould Mohamed Mkheitir había sido condenado a muerte por apostasía, pero la pena le fue conmutada por una sentencia de dos años de prisión. Este bloguero debería haber quedado en libertad hace más de año y medio, pero las autoridades mauritanas lo mantienen detenido en un lugar secreto. En África, continente de contrastes, también continúan registrándose los peores casos: República Democrática del Congo (RDC), que permanece en el lugar 154, es el país africano en el que RSF registró más atentados contra la libertad de prensa en 2018; mientras que Somalia (164º) sigue siendo el país de la región más mortífero para los periodistas.
Europa del Este y Asia Central sigue siendo, año a año, la penúltima zona en la Clasificación, a pesar de que se aprecia una ligera mejora en el índice regional y de que la zona experimenta cambios dispares. El indicador que evalúa la calidad del marco legal señala que esta es la región en la que existe mayor deterioro en este aspecto. Más de la mitad de los países de esta zona aún se sitúan en torno al puesto 150 de la Clasificación o en una posición inferior. Los dos pesos pesados de la región, Rusia y Turquía (157º), siguen reprimiendo a la prensa independiente. Turquía, la mayor prisión del mundo para los profesionales de los medios de comunicación, también es el único país del mundo en el que se ha juzgó a un periodista –la reportera Pelin Ünker– por haber participado en la investigación de los “Papeles del Paraíso” (Paradise Papers). En esta parte del mundo en la que todo está paralizado, se han dado unos pocos ascensos en la Clasificación que merecen ser señalados. Uzbekistán (160º, +5) deja de formar parte de la zona “en negro”, en la que se encuentran los países con la peor situación en términos de libertad de prensa. Los periodistas que fueron encarcelados bajo la dictadura de Islam Karimov han quedado en libertad. Armenia (61º, +19), donde la “Revolución de Terciopelo” ha permitido reducir el control que ejercía el gobierno en el servicio audiovisual público, da un gran salto, un progreso importante si se considera que se sitúa en una zona muy volátil de la Clasificación.
En la zona Asia y el Pacífico se concentran todos los males que obstaculizan el ejercicio del periodismo: propaganda totalitaria, censura, intimidaciones, violencia física y ciberacoso. El índice regional se mantiene estable y la zona continúa en los peores lugares. El número de periodistas asesinados fue muy elevado en Afganistán (121º), India y Pakistán (142º, -3). La desinformación también se ha convertido en una plaga en la región. En Birmania, la instrumentalización de las redes sociales ha contribuido a que se trivialicen los mensajes de odio contra la minoría rohinyá; además, dos periodistas de Reuters fueron condenados a siete años de prisión por haber intentado investigar el genocidio del que es víctima esta comunidad. Bajo la creciente influencia de China, la censura se expande en Singapur (151º) y Camboya (143º, -1). En medio de esta difícil situación, los 22 puestos ganados por Malasia (123º) y Maldivas (98º) ilustran hasta qué punto la alternancia política puede cambiar de forma radical el ambiente en que trabajan los periodistas y de qué manera el ecosistema político de un Estado influye directamente en la situación de la libertad de prensa.
España en la Clasificación Mundial 2019 de RSF
España ocupa el puesto 29 en la tabla de 2019. Aunque suba dos puestos respecto a la Clasificación de 2018 y esté en la zona amarilla (situación satisfactoria), este ascenso no representa una mejora absoluta, sino un deterioro relativamente menor que otros vecinos de tabla.
Al igual que en otros países democráticos occidentales, el odio a los periodistas se ha hecho presente en España. Por un lado, RSF observa una clara mejora de la situación en Cataluña, que era muy tensa, aunque esta región sigue siendo un terreno hostil para los reporteros de radio y televisión. La extrema polarización de la política catalana acabó por contagiar a los medios de comunicación y a sus audiencias; así, los periodistas se han convertido en una de las principales víctimas de las hostilidades. En los últimos 18 meses RSF ha registrado en Cataluña cerca de 40 casos de ataques a periodistas, que van de los insultos a las agresiones físicas.
La reforma de la Radiotelevisión Española (RTVE), que fue aprobada en 2017 para poner fin a la manipulación del gobierno de Mariano Rajoy, fue una buena noticia para la libertad de prensa en España. Sin embargo, ésta aún no se ha puesto en práctica porque los partidos políticos no se han puesto de acuerdo respecto al proceso de renovación del presidente y del consejo de administración del grupo audiovisual.
Por otro lado, en 2018 se dictaron condenas por delitos como: hacer apología al terrorismo, insulto a la corona y ofensa "a los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa”, lo que creó un clima perjudicial para la libertad de información.
En el otoño de 2018 se registró un caso grave de intento de violación al secreto de las fuentes de información periodísticas: la policía española requisó los teléfonos y ordenadores portátiles de dos periodistas que investigaban un caso de corrupción para identificar quién había filtrado la información.
En lo que respecta a la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como la “ley mordaza”, la tan esperada reforma sigue sin realizarse, por lo que esta ley continúa representando una fuerte amenaza para la libertad de prensa.
SOBRE LA CLASIFICACIÓN MUNDIAL DE RSF
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, publicada cada año por RSF desde 2002, permite conocer la situación y la posición de 180 países en términos de libertad de información. La metodología de la Clasificación (
https://rsf.org/es/metodologia-detallada) mide el desempeño de un país en base al pluralismo, la independencia de los medios de comunicación, el ambiente de trabajo y grado de autocensura de los periodistas, el marco legal, la transparencia y la calidad de las infraestructuras para la producción de información. No se trata de evaluar las políticas gubernamentales de los países.
Los índices globales y regionales se calculan a partir de la puntuación de cada país, que se obtiene a partir de un cuestionario –traducido a veinte idiomas–respondido por expertos de todo el mundo, al que se suma un análisis cualitativo. Cuanto mayor sea el índice, peor es la situación. El reconocimiento de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa hace de esta una herramienta esencial de defensa y promoción.
La Clasificación Mundial de RSF es uno de los informes clave de la organización, junto con el Balance (que se publica a final de cada año y presenta las cifras periodistas muertos, secuestrados, encarcelados y desaparecidos a lo largo del año), y el Informe Anual, elaborado por la Sección Española y que analiza la evolución en materia de libertad de prensa, país por país, durante un año.