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sábado, 27 de agosto de 2011

Ineficiencia, palabra de orden


Por: Martha Beatriz Roque Cabello.
En la primera página (de las 8 que tiene) del periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, el sábado 20 de agosto anuncia con un gran titular: “Mujeres representan el 66% de la fuerza laboral”, como si realmente pensaran que esto es un “logro” más de la mal llamada “Revolución”. Ante este importante anuncio cabría preguntarse: ¿y los hombres no trabajan? ¿dónde están ubicados? La respuesta puede estar entre estas opciones: presos, delinquiendo, tratando de salir del país, sin vínculo laboral o quizás entre los homosexuales y transexuales que tiene Mariela Castro –fuera de plantillas- para desfilar por las calles, sin que mencionarlo constituya un signo de homofobia.
Pero todas estas cavilaciones sólo duraron dos días, porque el 22 de agosto, igualmente en primera plana y en homenaje al Aniversario 51 de la Federación de Mujeres Cubanas, había un cintillo que decía: “La mujer constituye el 66% de la fuerza técnica y profesional”. Además, añadía que son el 47,3% de los trabajadores del sector estatal. ¿Cuál de las dos ediciones dice la verdad?
Inmediatamente se llamó al periódico Granma contactando con la Redacción, allí contestó el teléfono una “compañera” que dijo estar de vacaciones y no saber nada, se le pidió que pusiera en la línea a alguien que no estuviera de vacaciones, pero no apareció persona alguna. La respuesta fue: “Llame dentro de una hora”.
Se repitió la comunicación telefónica y un “compañero” que dijo llamarse Pedro Viñas y trabajar en la Redacción Nacional, utilizó el plumero con que acostumbran a responder los “funcionarios”, y dijo que había que repetir la llamada y pedir “Atención a los lectores”.
Después de todo este “peloteo” contestó una mujer, que se supone sea la que atienda, que quería que se volviera para atrás a hablar con la Redacción Nacional, a mucha insistencia, tomó nota para la reunión de las 4 de la tarde del colectivo de dirección. Se le recalcó –muy ladinamente- que: “era una vergüenza para el Partido Comunista, que pierde credibilidad en el mundo diciendo una cosa hoy y otra mañana”. Pidió el nombre de la persona que llamaba, el municipio y el teléfono. Todo le fue dado.
Como si fuera poco, el Noticiero Nacional de Televisión, en su emisión de las 13:00 hrs del propio día 23, volvió a repetir la “super noticia”, que el 66% de la fuerza laboral del país es femenina.
Si la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado es eficiencia, entonces se puede afirmar que el gobierno que detenta el poder en Cuba es ineficiente. Sin embargo, no se puede decir lo mismo con respecto a la eficacia, porque sí ha tenido la habilidad de lograr el efecto que desea o espera, en una gran parte de la población de la isla, y es por eso que la gente tiene tanto miedo.
Durante más de 50 años bajo la teoría filosófica del socialismo, radicalizada en una dictadura bipersonal, se ha tratado de mantener un sistema (si así puede llamarse) de organización social y económica, basado en la propiedad, administración y regulación por el Estado de las actividades, y en el control de la distribución de los bienes; el cual ha degenerado en un Frankenstein, que gracias a los experimentos que ha realizado en todos los campos de la vida del país ha logrado galvanizar a una indeseable criatura dentro de nuestra sociedad, compuesta por las teorías de diversos cadáveres políticos, entre ellos, Fidel Castro, el principal autor intelectual (aunque le hecha la culpa a José Martí). Lo más triste es que la trágica relación entre Cuba y su engendro, aún cautiva a algunos ingenuos.
Sin embargo, para la cúpula gubernamental, sus seguidores más cercanos y sus familiares, predomina el capitalismo como entidad económica; ninguno, y se puede expresar así radicalmente: ¡ninguno!, quiere participar como ser social en el monstruo que han creado. Las múltiples interacciones de estos individuos le confieren un tipo de vida muy diferente al resto de la sociedad, ellos en sí conforman una nueva clase social, que no es para nada, “el hombre nuevo”, sino el “vive bien diferente”.
En presencia de los incontables problemas diarios que tiene el pueblo y la actitud de los que se supone que resuelvan las situaciones espinosas que se presentan, se puede llegar a pensar que estas dificultades acumuladas darán al traste con el sistema. Hasta cabría imaginar que algunos lo hacen precisamente para “poner mala la cosa”, como se dice en el lenguaje popular, porque es tanta la desidia que en ocasiones no es posible pensar que sea producto de la ineficiencia, aunque esta es exactamente la palabra de orden.

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