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viernes, 2 de octubre de 2009

Guarda fronteras o piratas


Por: Jorge Alberto Liriano Linares, prisionero político desde la prisión dicta los textos.

Camagüey, Cuba, 22 de septiembre, del Buró de trabajo de Hablemos Press/ Como imágenes de una pesadilla desfila por su mente la tragedia vivida por un campesino humilde y su familia quienes intentaban salir ilegalmente del país el pasado 13 de agosto por la zona del viejo espigón Florida, ubicado en la parte sur de la isla.

Luis Enrique Pérez Diepa, de 43 años de edad, argumenta que el pasado mes de julio se presentó a entrevista por el programa de refugiados político en la sede de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, y resultó desaprobado.

Desesperado por el acoso represivo y el asedio del que es víctima por parte de los órganos de la seguridad del estado y fuerzas represivas al servicio del régimen, determinó salir ilegal del país junto a su esposa y sus dos hijos menores.

Pasada las diez de la noche, testimonia Pérez Diepa, entró la lancha que los conduciría a la tierra de la libertad. Embarcaron primeramente ocho mujeres y tres niños, fue entonces donde la lancha fue embestida por la parte lateral por una embarcación de las tropas guarda fronteras a toda máquina, sin importarles de que en ella habían mujeres y niños.

En repetidas ocasiones el guardacostas cubano arremetió contra la lancha logrando virarla en una zona baja. Los gritos de terror de las personas involucradas eran conmovedores. La vida de casi 20 seres humanos se puso en peligro, pues la lancha pudo estallar e inflamarse la gasolina de los tanques.

Sus hijos memores, un varón de 5 años y una niña de 3 estaban en la lancha que fue abordada por piratas uniformados al servicio de la dictadura totalitaria.

Varias personas resultaron lesionadas y un anciano recibió fracturas en ambas piernas, pero lo más inescrupuloso y cobarde sucedió después, cuando la embarcación comandada por los militares cubanos se retiró del lugar, abandonando a los heridos sin prestarle los primeros auxilios, aún cuando conocían que existían numerosos lesionados.

Los piratas al servicio del régimen conocían del crimen que acababan de cometer. Violando las normas internacionales de navegación, y como ladrón en la noche, se escabullían para encubrir el crimen. No es primera vez que el régimen cubano y sus piratas abordan embarcaciones, causando heridos y muertos en los intentos desesperados del pueblo cubano de salir huyendo.

Esto hace recordar los sucesos del remolcador 13 de Marzo en la bahía de la Habana, el 13 de Julio de 1994.

Este humilde campesino cubano mantiene vivas las imágenes de terror sufridas en el episodio. Las torturas sicológicas a las que fue sometido en los interrogatorios en las dependencias de la seguridad del estado, donde permaneció por más de 40 días. Las amenazas recibidas por parte de oficiales de esa instancia de confiscarle su vivienda y todos los bienes que posee, así como la amenaza más dolorosa, pues pretenden quitarle la custodia de sus hijos menores por no encontrarlo suficientemente responsable al embarcar a los niños en esta trágica aventura.

Luis Enrique, arribó a prisión acusado de un delito de tráfico de persona que no ha cometido. Su único error fue tratar de salir ilegal de la isla, involucrando a su familia en busca de la libertad, respeto por sus derechos y una existencia mejor en otro país donde honradamente pueda mejorar la calidad material y espiritual de sus vidas, sin acoso ni represión.

Fue doloroso saber que los piratas asesinos al servicio del gobierno cubano, cubierto por su estatus de resguardar las fronteras marítimas de la isla, continuarán abordando embarcaciones, cometiendo nuevos actos de terror, y violando los tratados internacionales de navegación, poniendo en peligro la vida de cientos de miles de cubanos que a diario intentan salir ilegalmente del país, huyendo del régimen que los ha oprimido y subyugado durante medio siglo.

Los verdaderos criminales se pasean impunes por las costas cubanas, son piratas sin ningún tipo de escrúpulo que acechan a las víctimas de la emigración.

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